Mi siguiente entrada en este blog no estaba destinada a hablar de política. Ni por lo más remoto. Sin embargo, tras presenciar la viralización de cierta carta acerca de las supuestas fallas del sistema electoral con escrutinio manual distribuido, al igual que dice su autor, si no lo digo reviento.

Antes de nada partamos de las siguientes premisas acerca del que escribe estas líneas, es decir, sobre mí:

Pero vayamos al grano. Por suerte o por desgracia, este pasado domingo yo también he tenido que desempeñar el papel de presidente de mesa electoral de mi distrito y, debido a ello también he tenido la posibilidad de presenciar en primera fila el desarrollo del escrutinio.

Digo también porque la mencionada carta viral, a la que enlazo bajo estas líneas, ha sido escrita por alguien que desempeñó la misma función durante estas pasadas elecciones.

Comencemos por repasar los principales argumentos sobre los que se sustenta dicha misiva para intentar desmostrar la supuesta vulnerabilidad del sistema electoral:

  1. Como no se guardan/entregan las papeletas (que además son destruidas tras el escrutinio) sino tan sólo las actas del recuento de cada mesa, cualquiera puede alterar los resultados.
  2. El control del voto por correo es mínimo porque se entrega a primera hora de la mañana y permanece todo el día en el local electoral, luego también es fácil alterar estos votos.
  3. En el caso del Senado, y debido a la peculiaridad de la papeleta y a las circunstancias del punto 1 de esta lista, asegurar que el escrutinio es veraz es todavía más difícil, luego también sería mucho más fácil adulterar el conteo.
  4. Por estos 3 puntos anteriores, que hacen que sea sencillo corromper los resultados electorales es por lo que el partido que ha ganado no tiene intención alguna de implantar el voto electrónico, ya que además de ser más barato también es mucho más fiable.

Una vez vistos los pilares de la argumentación de dicho manifiesto conspiranoico, procedamos a rebatirlos de uno en uno.

1. Como no se guardan/entregan las papeletas (que además son destruidas tras el escrutinio) sino tan sólo las actas del recuento de cada mesa, cualquiera puede alterar los resultados

Este primer punto es el más sencillo de rebatir pues presupone, además de la mala intención inicial, la ausencia total de control alguno por parte de las partes implicadas. Esto último es sencillamente falso.

En cada mesa electoral, además de los 3 miembros de la mesa escogidos por sorteo público (entre todas las personas censadas de cada distrito mayores de edad, menores de 70 años y que sepan leer y escribir) existen otras 2 figuras encargadas de velar por el desarrollo correcto de la votación: los interventores y los apoderados.

No entraré en tecnicismos, pero estas figuras las acreditan los partidos políticos que concurren a las elecciones (que se presupone que son partes interesadas en que el proceso sea limpio) y, en el caso de los interventores, puede haber hasta 2 de ellos por cada partido y mesa electoral.

Así que a la norma de que siempre tiene que a haber por lo menos 2 miembros de la mesa, habría que sumar también a estas personas designadas por los partidos y cuya mision principal es la de fiscalizar el desarrollo de las votaciones.

Es decir, que en el hipotético caso de que los dos miembros de una mesa electoral estuvieran confabulados para alterar la votación, debería contar con el apoyo de los interventores presentes de los diferentes partidos, y viceversa.

Algunos tal vez estaréis pensando: ¿Y si sólo hay interventores de partidos de ideologías afines y que tengan pensado pactar tras las elecciones?

Pues si se diese ese aún más improbable caso, la falla no residiría en el sistema, si no en aquellos partidos que no hayan envíado interventores a las mesas electorales o hayan enviado interventores con escaso sentido de la responsabilidad.

Este mismo criterio es válido para el escrutinio, teniendo la mesa y los representantes de los partidos presentes la potestad para poder reclamar en el acto cualquier irregularidad que puedan detectar.

Pero es que aún hay más. El escrutinio es público. Cualquier persona interesada, sin necesidad de acreditación alguna, puede acudir a presenciarlo con la única condición de no interferir en el desarrollo del mismo.

¿Cuánto público creéis que se acercó a la hora del cierre de las elecciones a ver el escrutinio en la mesa que tuve el honor de presidir?

Exacto. Nadie. Los miembros de la mesa, personal acreditado por los partidos y algún funcionario municipal. Punto.

A ver quién es el guapo que va a ir por deporte un domingo por la noche a ver cómo los pringados de turno cuentan papelitos durante más de 2 horas (que es lo que nos llevó aproximadamente contar los cerca de 700 votos emitidos para cada una de las elecciones). Eso sí, luego si no salen los que queremos a compartir teorías de la conspiración y a tirar mierda gratuitamente.

Para acabar este punto, hablemos acerca de la brillante idea de guardar las papeletas después del escrutinio.

Supongamos que desconfiamos de la veracidad de los datos recogidos en las actas y por ende de la responsabilidad y honestidad de la mesa electoral y demás asistentes a la votación y, supongamos también que las papeletas no han sido destruidas.

Perfecto, las llevamos al juzgado junto al resto de documentación. Bien, y ahora ¿qué?

¿Juntamos todas las papeletas del municipio o las contamos de nuevo mesa por mesa? ¿Las contamos en el juzgado o las mandamos a otro sitio? ¿Quién las cuenta? ¿Quién vela por este segundo escrutinio? ¿Las guardamos por si después de no haber habido ninguna reclamación en el escrutinio de la mesa en el colegio electoral aparece alguna otra reclamación de dios sabe dónde? ¿Dónde se guardan y quién se encarga de que no se cambie ninguna papeleta? ¿Las envíamos todas a Madrid a la caja fuerte del Banco de España? ¿Quién vela por evitar que durante el transporte no se manipulen los votos? Se me ocurren cientos de preguntas de este tipo.

El propio autor de la carta admite que en su mesa no les cuadraba la cuenta (por fortuna en nuestro caso cuadraron los números sin mayor problema, sin necesidad de tener que inventar nada), y estaremos hablando de alrededor de 1.000 papeletas. Imaginaos lo que puede ser contar millones y que conseguir que cuadren las cuentas.

No parece que la idea de guardar las papeletas aporte ninguna ventaja en relación a evitar un posible fraude sino más bien todo lo contrario.

Es gracioso que haya gente que no se fíe del sistema actual y tenga una fe ciega en otro tipo de sistemas que no sólo son más ineficaces sino que también facilitan muchísimo más el poder manipular los resultados electorales. Ver para creer.

Para los ansiosos, recordaros que hablaremos sobre el voto electrónico en el punto 4.

2. El control del voto por correo es mínimo porque se entrega a primera hora de la mañana y permanece todo el día en el local electoral, luego también es fácil alterar estos votos

Los argumentos que he usado en el punto 1 siguen siendo plenamente válidos aquí también. Así que tampoco me extenderé mucho más. Tan sólo apuntar un par de detalles.

En nuestra mesa el número de votos por correo fue de unos 70, lo que equivalía a cerca de un 7,5% del censo de nuestra mesa y a un 10% del total de la participación.

Nuestra forma de proceder fue la de introducir el voto por correo en las urnas durante los minutos muertos de la jornada electoral en los que no había votantes, en vez de esperar a hacerlo una vez terminada la votación presencial. Todo ello en presencia de los interventores.

Si bien esto no aparece en el manual, es una práctica común precisamente para evitar que el “fajo” de sobres ande pululando por el local electoral, así como para agilizar el escrutinio que tiene lugar al final de la jornada.

Pero, seamos sinceros, tener bajo control en torno a 100 sobres no parece que sea labor precisamente para un guarda jurado. Un mínimo de diligencia de los presentes es más que suficiente para desbaratar los malvados planes de cualquier manipulador electoral de a pie.

3. En el caso del Senado, y debido a la peculiaridad de la papeleta y a las circunstancias del punto 1 de esta lista, asegurar que el escrutinio es veraz es todavía más difícil, luego también sería mucho más fácil adulterar el conteo

A fin de no repetirme, una vez los argumentos anteriores vuelven a ser aplicables para desbaratar el grueso de la afirmación vertida en la cartita de marras.

La única diferencia de las papeletas del Senado es que hay que marcar el voto con cruces (entre 0 y un máximo de 3, dependiendo de cada circuscripción) y que dichos votos no tienen por qué ir todos para el mismo partido.

¿Cómo nos las arreglamos nosotros (y supongo que la gran mayoría de mesas electorales, pues nuestra solución no es para genios ni mucho menos)?

Fácil. Separamos las papeletas que tuvieran el máximo de votos permitido (en nuestro caso 3) y en las que todos los votos fueran para el mismo partido en montones según partido político. En otra pila común aquellos que no cumpieran dicha condición y, por último, las consabidas pilas de votos en blanco y nulos.

Por cierto, hablando de votos nulos, éstos, que son declarados nulos por consenso de la mesa, sí que se devuelven en los sobres que van al juzgado, y se hace constar su número en las actas, en las que también se anota cualquier tipo de anomalía o irregularidad que se haya dado durante la jornada.

Pero volviendo al tema, una vez hechas la pilas, se cuentan los votos completos para cada partido y se anota dicho total para cada uno de sus candidatos a senador.

Sumando esas cifras, más los votos en blanco y nulos, tan sólo queda comprobar que con los del montón de votos tutti-frutti se cuadran los números. Por fortuna, en nuestro caso al menos, así fue.

Finalmente se cantan los votos de esta última pila de uno en uno, se asignan a cada candidato y listo.

Eso de que nadie las comprueba es simplemente faltar a la verdad. Si contarlas de una en una a la vista de todo el mundo y todas las veces que haga falta no es suficiente… Apaga y vámonos.

Y para acabar con este punto, por supuesto que el número de cruces no va a coincidir (salvo casualidad suprema) con el número de papeletas. Eso lo sabemos desde que no es obligatorio marcar el máximo permitido en cada papeleta.

Yo personalmente no veo una mayor facilidad para alterar nada respecto al otro escrutinio.

Pero claro, se me vuelve a olvidar que todo esto viene de alguien que propone guardar las papeletas para reducir las posibilidad de manipulación. En qué estaría yo pensando.

4. Por estos 3 puntos anteriores, que hacen que sea sencillo corromper los resultados electorales es por lo que el partido que ha ganado no tiene intención alguna de implantar el voto electrónico, ya que además de ser más barato también es mucho más fiable

Y llegamos al punto más polémico: el voto electrónico. Tan polémico que incluso estuvimos debatiendo sobre él en la mesa electoral.

Lo más fácil de desmontar es que sea más barato. Miles y miles de equipos electrónicos en cada mesa electoral, desarrollo de software, auditorías, sistemas de seguridad, etc. no creo que cuesten menos que urnas y papelitos. Lo dudo mucho no, muchísimo.

Y respecto a su fiabilidad y mayor protección contra el fraude, os dejo con un vídeo que me hizo llegar un buen amigo y que por desgracia no está teniendo tanta difusión como la carta que da origen a esta entrada. Aviso para navegantes: el vídeo está en inglés pero cuenta con subtítulos en castellano.

Un resumen del vídeo podría ser el siguiente:

Al parecer no somos capaces de garantizar la seguridad de una votación física y sin embargo sí que seríamos capaces de diseñar un sistema electrónico capaz de repeler cualquier tipo de ataque. Hombre, por supuesto, y más en España, líderes mundiales en investigación y desarrollo de nuevas tecnologías.

Conclusión

Seguramente el sistema actual no sea perfecto y haya muchas cosas que mejorar. Ahí podemos estar todos de acuerdo.

Que el voto por correo está muy mal explicado, que en el censo aún no se haya contabilizado el voto de los residentes ausentes, que las papeletas lleguen o no a estos últimos o que la presentación de los datos electorales por parte del Ministerio del Interior dejé bastante que desear, eso ya es otra cosa muy diferente, harina de otro costal.

Pero de ahí a decir que el sistema no es fiable, que es sencillo de manipular y que el voto electrónico es la solución hay un largo trecho. Y si encima se hacen ese tipo de afirmaciones a la ligera, sin argumento sólido alguno e incluso proponiendo sistemas alternativos demostradamente peores, la cosa ya no tiene ni pies ni cabeza.

Creo haber podido desmontar sin demasiado esfuerzo, y de manera bastante concluyente, los endebles argumentos que se están compartiendo por las redes sociales sin pararse a pensar un poco en qué es lo que se está compartiendo realmente.

Menos mal que gracias a dios, que yo sepa, ningún partido político ha dado pábulo o altavoz a la susodicha carta (la cual no hace otra cosa que difundir la peligrosa noción de que nuestro sistema electoral no es fiable sin base alguna sobre la que sostener dicha afirmación), ni tampoco a ninguna de las teorías de la conspiración.

Supongo yo que en los partidos políticos habrá gente mucho más preparada que cualquiera de nosotros encargada de analizar los datos electorales y que, ante un fraude tan flagrante como que se está denunciando en las redes sociales, ya habrían puesto el grito en el cielo. ¿O es que ahora resulta que somos nosotros los más listos de la clase?

Por el contrario, algún que otro medio de comunicación sí que se ha embarcado en la aventura de contribuir a la difusión de la mencionada carta, haciéndole un flaco favor a su credibilidad periodística, en lo que no se puede más que calificar de irresponsabilidad y de pataleta.

Es un tema demasiado serio como para andarse con este tipo de frivolidades. Si vamos a abogar por un sistema electoral alternativo porque el actual es defectuoso, al menos tomémosnos la molestia de demostrar irrefutablemente por qué no funciona.

Y sobre todo, si finalmente tenemos que elegir otro sistema electoral, por lo menos que sea mejor en cuanto a eficiencia y seguridad y no uno que aumente los riesgos de fraude.

Si has llegado hasta aquí y compartes mi opinión, por favor difunde esta entrada entre las personas que aprecies. No dejes que les engañen como a chinos.